Consiste en enseñar a los alumnos a pensar. Se aplican en el aula, y su uso sistemático favorece una cultura de pensamiento que luego lo trasladarán a su vida cotidiana. Enseñar a pensar fomenta la autoestima, la toma de decisiones, desarrolla el lenguaje y promueve hábitos de la mente, destrezas de pensamiento y la metacognición.